En vísperas del Peronismo: La Revolución Palaciega del 4 de Junio de 1943

05/06/2013

1.-La “década infame” es el nombre popular que se le dio a la restauración conservadora de los años treinta y en ella , el fraude electoral llegó a ser calificado de “patriótico” por algunos conservadores que lo consideraban necesario para impedir el regreso al poder de los radicales yrigoyenistas.

Ese período tuvo dos jefes históricos: los generales José Félix Uriburu y Agustín Pedro Justo. El primero admiraba al Estado de Alemania, pero se vestía con ropa inglesa. Solía cartearse con el mariscal Paul Von Hindenburg, el primer hombre que en la República de Weimar le abriría paso al ascenso de Adolf Hitler. Además al dictador argentino, nacido en Salta, le gustaba practicar “el gatismo”, es decir, la persecución de jovencitas por la calle Florida.

Don Félix, un dandy militar, educado en las costumbres refinadas de la elite aristocrática y en la barbarie consuetudinaria de los dueños de la tierra contra el pueblo, fue el héroe de los grupos nacionalistas de derecha(Legión Cívica Argentina, etc.) , que reducían todos sus enemigos a uno: las altas finanzas y la explotación internacional se fundían con los bolcheviques, los extranjeros causantes “de la disgregación nacional” y los judíos. Deseaban el regreso a una sociedad jerárquica como la colonial, no “contaminada” por la democracia, organizada por un Estado corporativo y cimentada por un catolicismo integral.

Se trataba de un fascismo criollo, de minorías, que carecía de la capacidad plebiscitaria de los movimientos europeos, cuyo objetivo principal era transformar al Ejército en el Partido Militar (un partido político armado) que fuera el árbitro de la política argentina.

Uriburu fusiló en 1931 al “último anarquista” Severino Di Giovanni, durante una ceremonia a la que asistieron, según narró el escritor Roberto Arlt, los jóvenes de la alta sociedad porteña vestidos de frac para ver, como en un circo, cómo se mataba a un enemigo.

2.- El segundo jefe militar de la década infame fue el General Justo, el verdadero mentor de Uriburu, que asumió con fraude y ejerció la presidencia desde 1932 hasta 1938. Justo no profesaba un nacionalismo fascistoide: respondía a sus alianzas internas y a su imbricación con la burguesía agroexportadora del Puerto de Buenos Aires, vinculada con Inglaterra.

Uno de los ministros de Guerra de Justo fue Basilio B. Pertiné, abuelo de la esposa del ex presidente Fernando de la Rúa, electo en 1999 y expulsado con la crisis del 2001. Asimismo, Justo designó Gobernador de la Provincia de Buenos Aires- donde la política se mezclaba con la mafia- al terrateniente Federico Martínez de Hoz, padre del Ministro de Economía del Golpe cívico- militar de 1976, que estaba preso por el secuestro de la familia Guthein y recientemente falleció.

Pero el general fue también el padre de Liborio Justo, conocido como “Quebracho”, uno de los fundadores del trotskismo argentino y padrino de Mario Roberto Santucho- el séptimo hijo varón de un diputado radical- , quien en los años 70 sería el principal jefe del Ejército Revolucionario del Pueblo (ERP), la más importante guerrilla urbana guevarista de la Argentina.

Más allá de estas paradojas, su gobierno se basó en el fraude electoral, las intervenciones a las provincias, la violencia política y en una política exterior cimentada en las “relaciones carnales” con Inglaterra. Ante las restricciones del comercio internacional, Justo abandonó las antiguas tradiciones librecambistas a favor de acuerdos bilaterales y firmó el tratado Roca-Runciman, en abril de 1933, donde Gran Bretaña acordó que compraría determinados cupos de carne de exportación a cambio de garantizarse el pago de los servicios (intereses) de la deuda externa, precisamente con las divisas provenientes de las exportaciones.

La dependencia con el capital inglés quedaría manifiesta en la formación del Banco Central de la República Argentina en marzo de 1935. La entidad fue estructurada en Europa por el director del Banco de Inglaterra, Otto Niemayer. Todos los activos del Estado y la deuda que manejaba el Banco Nación pasaron al nuevo Banco Central regido por extranjeros, es decir por los acreedores. Recién entonces, se pudo saber que la política crediticia del Banco Nación había estado orientada a favorecer a los grandes terratenientes y empresarios. Esta forma de saqueo financiero, tan común de las elites dominantes con los organismos de crédito nacionales, se continuara repitiendo en la historia argentina.-

La crisis internacional generó que la Argentina adoptara algunas medidas proteccionistas, porque la baja de precios de exportación y la contracción de la demanda internacional la dejaron con gran carencia de divisas. Se hacían entonces difíciles las importaciones, y se estimulaba, sin proponérselo necesariamente, la industria argentina. Comenzó entonces el auge de la industria local y los sectores más beneficiados fueron el textil, el metalúrgico, el químico, aunque esta industrialización no fue concebida como política de Estado, hasta el advenimiento del peronismo en 1945.

El gobierno de Justo había comenzado con un alto índice de desocupación, una ola de despidos, reducción de salarios y desconocimiento de las leyes sociales. En el campo, los pequeños propietarios arruinados deambulaban en busca de trabajo. Comenzaron en esta década las migraciones hacia las ciudades que daría origen a las “villas miserias” y también a una tipología nacional conocida como los “cabecitas negras”, en alusión a los argentinos que emigraban a las ciudades huyendo de las hambrunas del campo, que serían la base social más importante del peronismo. El tango “Yira, yira” (fonética italiana aplicada al lunfardo para definir “gira” y describir un andar sin rumbo) de Enrique Santos Discépolo, refleja y describe la crisis en ese contexto: “…. Cuando estés bien en la vía, sin rumbo, desesperao/..cuando rajés los tamangos buscando ese mango que te haga morfar….”.

3.- La estructura económica y social de la Argentina se modificaba al calor de la Segunda Guerra Mundial. Más de la mitad de la población era urbana y el proceso de migración del campo a la ciudad coincidía con el impulso de la actividad industrial. Entre 1935 y 1940, la cantidad de obreros ocupados en la industria casi se había duplicado, y junto con el nuevo proletariado surgía una nueva clase de empresarios, los denominados más tarde “burgueses nacionales”. Durante la guerra, las industrias crecieron a un ritmo de casi cinco mil por año y la participación del capital extranjero en la Argentina, que en 1920 era del 50%, en esos años disminuyó a un módico 20%.Se democratizó el mercado interno y se fracturó, definitivamente, la alianza de clases que había mantenido en el poder a los conservadores.

A Justo lo sucedió en la presidencia Roberto M. Ortiz - abogado de los ferrocarriles británicos-elegido por la Concordancia (integrada por conservadores que cambiaron su denominación por “demócratas nacionales”, radicales antipersonalistas y socialistas independientes) tras elecciones fraudulentas y debió renunciar por razones de salud, reemplazándolo en 1940 su Vicepresidente Ramón S. Castillo.-

El fin de la Década Infame produjo una transición económica y social definitiva para conformar un nuevo movimiento político en medio de los debates sobre qué posición debía tomar la Argentina frente a la Segunda Guerra Mundial. La vieja oligarquía argentina era anglófila y rupturista: deseaba entrar a la guerra para ayudar a sus amigas Gran Bretaña y Francia. Pero había militares patriotas, intelectuales y revolucionarios solitarios, que rehusaron apoyar a los explotadores del país en nombre de una “democracia” que los argentinos habían dejado de conocer hacía muchos años. Finalmente, el triunfo de los aliados, no sólo significó la derrota de Alemania, sino también el fin del Imperio Británico y de su predominio en la Argentina, y la consolidación de la hegemonía norteamericana en el mundo.

4.- En 1943 debían realizarse elecciones presidenciales y el candidato de los conservadores era el senador salteño Robustiano Patrón Costas, propietario de ingenios azucareros. El desprestigio e ilegitimidad del régimen, y la participación política de los nuevos sectores sociales surgidos en los últimos años durante el proceso de sustitución de importaciones, planteaban problemas para los cuales la vieja clase dirigente no tenía respuesta. Esto generó a que el Ejército argentino se proyectara nuevamente como el protagonista de la resolución de la crisis política. Entre los militares había sectores nacionalistas y pro-aliados, germanófilos y liberales, pero a pesar de las diferencias internas, todos compartían su oposición al candidato conservador. Entre todos, la constitución del GOU ( Grupo Obra de Unificación o Grupo de Oficiales Unidos) irá a constituirse en el factor decisivo de la revolución militar.

En la mañana del 4 junio de 1943, los militares toman el poder y el Dr. Castillo abandona la Casa de Gobierno. Ni los mismos golpistas palaciegos se imaginaron adónde se encaminaban sus pasos. Era una revolución engendrada por la objetividad misma y preparada por toda la historia anterior. Un solo hecho era central: el aparato político de la oligarquía sobreviviente desde 1930 había caído del poder, quebrándose así la espina dorsal del régimen entreguista y fraudulento. Al desgajarse la Argentina de la prosperidad agraria nacida de su vinculación con el Imperio Británico y la civilización europea, con la crisis de 1930, las instituciones fundadas sobre dicho sistema desde 1880 ya no podían funcionar y habían perdido su equilibrio. El Ejército, a través de su propia oscuridad, pretendía reencontrarlo, apelando a las más diversas fórmulas.

El General Pedro Pablo Ramírez, Ministro de Guerra del Dr. Castillo, instrumenta su destitución con los jefes de regimientos de Campo de Mayo y desencadenó en pocas horas el pronunciamiento del 4 de junio. Le sugirió al Teniente Coronel González, uno de los jefes complotados, que buscara algún general para ponerlo a la cabeza de la insurrección y así surge el General Arturo Rawson. Ni González ni Rawson hablaron el tema de la neutralidad del país, ni cuál sería el programa de gobierno. Es probable que de haber discutido dichos puntos, la revolución no se habría realizado. Se aprobó una proclama que fue redactada por los coroneles Miguel Ángel Montes y Juan Domingo Perón. Este último era un profesor de historia de la Escuela de Guerra, agregado militar en Italia, orador elocuente que había recibido, durante años, las publicaciones de FORJA.

5.- El gobierno que integraba Perón se reivindicaba nacionalista e industrialista, comenzando efectivamente un proceso de control de las grandes empresas extranjeras y, por ende, del desarrollo de las industrias militares y metalúrgicas en el marco de la reconstrucción de un Estado más intervencionista en los asuntos del desarrollo económico. La industria nacional substituye con anticuados equipos los productos industriales que las metrópolis se ven impedidas de vender a la Argentina por la guerra.

El 4 de abril de 1944 se crea el Banco de Crédito Industrial Argentino, para el otorgamiento de préstamos a largo plazo. Esta política económica fue favorecida por el boicot comercial estadounidense a la Argentina, que se extendió hasta 1949, fomentando un impensable desarrollo de las industrias livianas. Hacia 1945, la economía, estaba en expansión y- luego de haberle declarado tardíamente la guerra al Eje- abierta a la llegada de capitales norteamericanos. Ese año había en el país unas 88.000 fábricas, el 80% de las cuales eran pequeñas o medianas, con menos de 100 obreros. Estos obreros industriales serían la base social del peronismo.

A Rawson lo reemplazó el General Pedro P. Ramírez, que designa al General Edelmiro Farell en el Ministerio de Guerra y a su amigo Juan D. Perón, Jefe de la Secretaría del Ministerio. La Revolución de Junio comenzaba. En Octubre de 1943, el coronel Perón asumió la Dirección Nacional del Trabajo, un organismo de escasa relevancia, que al mes siguiente convirtió en la Secretaría de Trabajo y Previsión, refundando además la CGT. Comenzaba a nacer el peronismo, hasta un 17 de octubre de 1945, en que los trabajadores en las calles transformaron al coronel Perón en un líder popular, alumbrando la era de la Argentina de masas.

Al cumplirse 70 años de aquella revolución palaciega, que “como un rayo en un cielo sereno”, rompió con la Argentina “granero del mundo”, enclave del Imperio Británico, he decidido ofrecer este texto al debate cultural. Considero que los jóvenes que se incorporan a la militancia política, necesitan comprender “las vísperas” que fueron conformando el nacimiento del Peronismo, movimiento emancipador que todavía subsiste con el kirchnerismo para terminar de construir la Patria de los argentinos.

Como decía Raúl Scalabrini Ortiz:”…..las verdades individuales no obran en la dinámica social si no se delimitan y conexionan a sus semejantes, es decir, si no obedecen a una vibración del espíritu nacional….”.-

Salta, 4 de junio de 2013.-

Nicolás R. Juárez Campos.

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