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Flavia Royon: “Hay que diferenciar entre gasto público y obra estratégica”

El físico y pensador David Bohm en su libro Sobre el diálogo, explica que, muy frecuentemente, el receptor no capta el mensaje exactamente como el emisor lo pretendía. En ese intercambio, ambos notan esa diferencia, lo cual permite que surja algo nuevo y enriquecedor para ambos. Este proceso de ida y vuelta no solo ayuda a compartir ideas, sino que también posibilita la creación conjunta de algo nuevo.

Dentro de este concepto, podemos encuadrar a Flavia Royón, quien se define como una constructora del entendimiento. Su estrategia: “Nunca podemos estar de acuerdo en todo, la política es el debate, pero algo que aprendí siendo presidenta del Consejo Económico y Social de Salta, donde había muchas discusiones entre los representantes de las fuerzas vivas, fue buscar en qué sí coincidíamos. En todas las reuniones siempre podíamos rescatar algo. Y esto es lo que falta a nivel nacional: trabajar los puntos comunes, aunque no siempre sean perfectos, para poder construir a mediano plazo. Trato de ser ecuánime. Y en ese sentido, soy difícil de encasillar políticamente, porque siempre intentan etiquetarte: si sos K, peronista o libertaria. No respondo a ninguna etiqueta. Creo que es necesario encontrar consensos y acuerdos”.

Nacida y formada en Salta, provincia que “ama profundamente”, Royón es madre de un estudiante universitario. Se destaca como uno de los cuadros técnicos más relevantes del país en materia energética, y su gestión marcó un hito en la comprensión del desarrollo minero y energético como política de crecimiento. Cuando estuvo al frente de la Secretaría de Energía de la Nación (agosto de 2022 a diciembre de 2023), se construyó el gasoducto Néstor Kirchner, una tubería de 600 kilómetros para extraer los recursos de Vaca Muerta, lo que permite el autoabastecimiento de gas y convierte a Argentina en el principal exportador de la región. Deja entrever un ingreso en la política en un futuro no tan lejano.

Flavia bien podría ser considerada una embajadora del "lujo silencioso", la tendencia que popularizó Shiv Roy en la serie Succession. Un estilo que se caracteriza por prendas básicas, discretas y elegantes, con un enfoque en la calidad. La ex secretaria de Energía y Minería siempre está impecable. Le gusta leer. Entre sus libros favoritos destaca La mujer justa, del eslovaco Sándor Márai, y también menciona Sapiens de Yuval Harari. Recuerda que en su adolescencia, Ilusiones, de Richard Bach, le pareció “increíble”. Actualmente, dedica parte de su tiempo a la lectura de la historia romana, que le encanta.

Se recibió de ingeniera industrial en la Universidad de Salta. Siempre tuvo facilidad para la lógica y las matemáticas, y cuenta que cuando fue a inscribirse en la facultad, la cola de ingeniería era más corta que la de ciencias económicas o análisis de sistemas, las otras dos opciones que barajaba.

Trabaja desde antes de recibirse. Primero lo hizo en Coca-Cola, luego pasó por otra industria, pero se aburrió y buscó un nuevo desafío. Una constante en su vida es asumir nuevos retos profesionales. Quienes la conocen dicen que no solo es muy capaz, sino también inquieta.

Cuando empezó su carrera profesional, la minería era una actividad incipiente en Salta. “Se sabía que había potencial, pero no había proyectos importantes. Me interesé, sentí curiosidad, empecé a estudiar y a involucrarme, y descubrí que la energía y la minería me apasionaban”, cuenta. Y como buena ingeniera, diseñó un plan para el Desarrollo Minero Sustentable de Salta, que se puso en marcha en 2021 cuando estuvo a cargo de la Secretaría de Energía y Minería de esa provincia, con el objetivo de promover la modernización, la innovación y la sustentabilidad de la actividad. Este plan tenía como ejes la educación, la mano de obra requerida para crear políticas públicas acordes, temas de infraestructura y modernización, y un capítulo específico de minería inclusiva para el rol de la mujer.

Actualmente trabaja en el sector privado. Como una tejedora que entrelaza hilos para crear una pieza, cree que es “sano” alternar entre lo público y lo privado. “Tengo vocación pública para construir una provincia, un Norte y un país mejor. Soy hija de la Universidad Pública, y siempre sentí esa necesidad de devolver a la sociedad tiempo y dedicación para lograr un país y una provincia mejor en el rol que te toque desempeñar”, afirma.
“El desafío es construir un mejor país y proyectos interesantes, no ser solo provincias mineras, sino un país minero”, agrega. Ese es uno de sus desafíos.

Índice
  1. —¿Qué es para vos el Estado?
  2. —¿Cómo ves a la Argentina?
  3. —¿Cuáles crees que son los mayores desafíos y oportunidades para Argentina en los próximos años?
  4. —¿Cuál es el rol de los gobernadores en esa proyección?
  5. —¿En qué sectores invertirías si tuvieras el 100% de las acciones de Argentina?
  6. —¿Cuáles consideras que fueron tus mayores logros como funcionaria nacional durante tu tiempo al frente de la Secretaría de Energía y Minería? ¿Qué aspectos crees que quedaron pendientes?
  7. —¿Qué cambió desde tu gestión hasta ahora?
  8. —¿En varias regiones del país, la minería ha generado conflictos con las comunidades locales y preocupaciones ambientales. ¿Cómo crees que hay que gestionar estos conflictos?

—¿Qué es para vos el Estado?

—Es una entidad política que tiene la obligación de administrar recursos y tiene la responsabilidad de crear y poner en marcha políticas públicas para el desarrollo, regular y controlar a quienes debe supervisar.

—¿Cómo ves a la Argentina?

—Con una oportunidad extraordinaria. No hay muchos países que tengan lo que Argentina tiene. Creo que el mundo está demandando lo que nuestro país puede ofrecer. Además, tenemos recursos extraordinarios: naturales y humanos, e industrias. Si logramos resolver los temas internos macroeconómicos, tenemos una oportunidad de desarrollo que no debemos desaprovechar.

—¿Cuáles crees que son los mayores desafíos y oportunidades para Argentina en los próximos años?

— Primero, hay que estabilizar la macroeconomía. No creo que Argentina incumpla porque quiere, sino porque no puede. Debemos resolver este problema para tener estabilidad. No podemos seguir discutiendo sobre la inflación y la devaluación, temas que otros países han superado hace tiempo. Eso es lo primero.

Luego, necesitamos fortalecer nuestras instituciones para construir una democracia más sólida, lo que refuerza seguridad para ofrecer a los inversores.

Otro punto crucial para el crecimiento de Argentina es la infraestructura. Nuestro país es muy vasto, y su desarrollo debe venir del interior productivo: el campo, la agroindustria, la ganadería, la energía y la minería. Todos estos sectores tienen el potencial para avanzar, pero necesitamos recuperar competitividad. Gran parte de la pérdida de competitividad está relacionada con la falta de infraestructura, así que creo que ese es otro desafío importante.

Claramente, el cepo debe eliminarse para que la inversión extranjera confíe en Argentina, pero no es el momento adecuado para hacerlo, hasta que no tengamos una posición más fuerte en divisas. También debemos bajar la carga fiscal. Es necesario reducir el gasto y trazar una hoja de ruta clara de crecimiento, para lo cual es fundamental alcanzar consensos políticos.

—¿Cuál es el rol de los gobernadores en esa proyección?

—Los gobernadores saben perfectamente cuáles son las obras de infraestructura necesarias en sus provincias para sacar adelante la producción, cuáles son los problemas de competitividad y tienen una postura definida. Siempre digo que hay que prestar mucha atención a la mesa del litio, la mesa del cobre y la liga de los gobernadores patagónicos. Lo que viene en Argentina es el desarrollo de los recursos naturales. Tenemos una oportunidad con el gas, el petróleo y los minerales, y son los gobernadores, como “dueños de los recursos”, quienes definirán las políticas de desarrollo. Hoy en día tenemos que elegir cómo queremos desarrollar estas industrias extractivas, con qué políticas públicas y qué enfoque. Es esencial que los gobernadores fijen una postura política clara al respecto. Nuestra industria está en una posición ventajosa para que el desarrollo de estos recursos se traduzca en riqueza, trabajo e industria para el país. Hay una política que debe definir esta postura, y también es necesario fomentar otros sectores para aliviar la presión sobre la agroindustria.

—¿En qué sectores invertirías si tuvieras el 100% de las acciones de Argentina?

—En Vaca Muerta, sin dudarlo. También en minería, particularmente en cobre. Y si se dan algunos cambios, en biocombustibles.
El agro tiene una competitividad extraordinaria, pero requiere alivio fiscal, la eliminación de los derechos de exportación y más infraestructura para poder expandirse.

—¿Cuáles consideras que fueron tus mayores logros como funcionaria nacional durante tu tiempo al frente de la Secretaría de Energía y Minería? ¿Qué aspectos crees que quedaron pendientes?

—El mayor logro del equipo fue la construcción del gasoducto en tiempo récord en una coyuntura post-pandemia. Claramente marcó un antes y un después en la matriz energética argentina y hoy contribuye a mejorar la situación macroeconómica al ahorrar divisas y reducir importaciones. También implementamos la segmentación para el retiro de subsidios, concientizando sobre el costo real de la energía. Resalto la importancia de la voluntad política para sostenerlo de manera justa, apoyando a los sectores de bajos ingresos. Para mí, la segmentación fue muy exitosa; era un esquema de transición, pero aún falta avanzar hacia un sistema más sólido y competitivo. También trabajamos en la licitación de energías renovables y dejamos un documento plasmado sobre la transición energética, consensuado con todas las provincias.

Cuando asumí, las obras de transporte eléctrico estaban paralizadas, y logramos incorporar al sistema cerca de 800 kilómetros de líneas de alta tensión.

Los temas de infraestructura estratégica fueron muy importantes, más allá del gasoducto, y es clave continuar con el desarrollo de Vaca Muerta. Lo que es hoy, se debe a la continuidad de la política pública.

Quedaron cosas por hacer. Fue un período corto en una coyuntura complicada. No pude profundizar lo suficiente en el tema de los biocombustibles. Era necesario ajustar la ley, aumentar los cortes. Argentina tiene un potencial inmenso en biocombustibles subexplotado. También faltó consolidar infraestructura y ofrecer mejores señales a los inversores, pero estábamos atravesados por la sequía y la escasez de divisas. Es difícil ver la política energética de manera aislada; está inmersa en la coyuntura macroeconómica, y para mejorar el sistema era necesario resolver problemas económicos más amplios.

—¿Qué cambió desde tu gestión hasta ahora?

—Hay otra mirada.

Creo que es muy importante distinguir la obra pública de la obra estratégica. La obra pública vista como gasto, y qué la obra es realmente estratégica.

Hubo una definición de la nueva gestión sobre el rol de la Compañía Administradora del Mercado Mayorista Eléctrico S.A (CAMMESA). No digo que esté mal, pero sí creo que hay que ser más pragmático e ir de a poco. Hay que pensar en la gente y en el costo del sistema. Siempre hay que ir hacia una matriz competitiva, pero hacerlo de un momento a otro fue brusco. Se debería haber hecho de forma más gradual, buscando soluciones rápidas. Es difícil que CAMMESA cambie su rol de un momento a otro porque hay contratos en el medio, falta consolidar el segmento de distribución… Creo que hay una definición ideológica, o desde la política, hacia dónde se quiere ir, y la discusión estaba en cómo se iba hacia allí, si de un momento a otro o de manera más gradual.

En la práctica, los que sienten la responsabilidad de la gestión, saben que deben ser pragmaticos, tener claro cuál es el norte, pero también entienden las restricciones del día a día y saben administrar eso. Creo que vamos a un esquema de más pragmatismo, más ajustado a las condiciones de borde que tiene Argentina, pero eso no significa que se abandona el concepto de hacia dónde se quiere ir.

Es necesario sostener el rumbo que se está llevando para que haya certidumbre hacia el inversor. Los inversores necesitan hechos concretos. Argentina tiene que respetar los compromisos asumidos, tener una posición consistente en su gasto público.

—¿En varias regiones del país, la minería ha generado conflictos con las comunidades locales y preocupaciones ambientales. ¿Cómo crees que hay que gestionar estos conflictos?

—Para mí es falso decir minería o ambiente. La minería se puede llevar adelante con prácticas compatibles con el medio ambiente. El verdadero desarrollo sustentable no significa preservar el entorno como estaba. Cualquier intervención —desde construir una casa o lo que sea— altera el medio ambiente. Lo que hay que hacer es un verdadero desarrollo sustentable. Tenemos la responsabilidad de desarrollar nuestros recursos naturales hoy para generar riqueza y dejarles un mejor país a las generaciones que vienen, y esto es compatible con cuidar el medio ambiente.

El ambientalismo no significa la preservación para que todo quede como está, sino que el buen ambientalismo, a mi entender, es el que acompaña el desarrollo. Es viable hacer minería cuidando el medio ambiente. No son antagónicos. Son compatibles, deben ir juntos, y el verdadero desafío del desarrollo sustentable es eso.

Hay mucha desinformación. Los dos pilares fundamentales son: mejor información —la minería consume el 2% del agua disponible, mucho menos que otras actividades como el agro—, el uso de ciertos químicos, los procesos, temas de comunidades … se pueden discutir muchas cosas. El pilar es la buena información, y el otro pilar es un Estado fuerte que controle los proyectos que se autorizan y se monitoreen de manera seria y responsable para poder encaminar una minería responsable.

fuente: PoliticAr

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