A 107 años del nacimiento de uno de los compositores más importantes del folclore argentino
30/09/2024
Gustavo Leguizamón nació en Salta un 29 de septiembre de 1917. Poeta, abogado, profesor, se destacó como pianista y compositor, resaltando en muchas de sus obras, la crítica social.
El sobrenombre de “Cuchi” (chancho en quechua), se lo otorga su madre que, al verlo flaco en sus primeros meses de vida, intenta comprar unos cerdos para engordarlos pero no concreta la operación porque los ve tan flacos como “mi Cuchi”, dice señalando a su hijo.
Su relación con la música comienza a los dos años cuando un familiar le regala una quena, después continuaría con la guitarra, el bombo y, posteriormente, el piano. No estudió formalmente piano pero se consagró como un gran referente de este instrumento.
Sin dejar de lado la música se recibió de abogado. Fue profesor de historia, filosofía, asesor cultural de gobierno y diputado provincial por el Movimiento Popular Salteño, durante la presidencia de Illia, con una personalidad irónica y provocativa.
“Hacer música no me alcanza para vivir pero me hace vivir. Mira lo que son las cosas. Antes cuando era abogado vivía de la discordia y ahora de la alegría. A la vejez no me queda más que hacer música hasta que me toque pulsear con la nada. Le voy a ganar a la nada porque ella estará allí en lo suyo y yo estaré silbando alguna cosa", expresaba.
Como hombre ilustrado, admiraba todas las manifestaciones artísticas, desde la literatura, la pintura, el teatro, además de la música.
A lo largo de su vida se relacionó con muchos poetas, entre ellos, Manuel J. Castilla, a quien conoció en los años '40 y con quien conformó una de las duplas más importantes de nuestro folclore. Juntos recorrieron míticos boliches salteños, como Balderrama, y crearon obras como La zamba del pañuelo, Lloraré, Me voy quedando, Carnavalito del duende, Canción del que no hace nada, Zamba de Balderrama y La Pomeña, proyectando al género a su más alto nivel.
El “Cuchi“ Leguizamón tiene en su haber más de 800 composiciones, entre zambas, chacareras y vidalas, obras sinfónicas y corales. Solamente grabó dos discos, por su mala relación con las discográficas que querían imponerle condiciones de contratación y limitaciones a sus obras, que él no aceptaba. Musicalizó textos de Jorge Luis Borges y Pablo Neruda y ganó numerosos premios, entre ellos, el Premio Fondo Nacional de las Artes y Premio SADAIC.
“El músico debe encontrar la razón de su música y olvidarse del mercado que constriñe la composición y la embrutece”, consideraba.
Gran admirador de Johann Sebastian Bach, Gustav Mahler, Maurice Ravel, Igor Stravinsky, Arnold Schönberg, Ludwig van Beethoven, Chico Buarque, Milton Nascimento y Duke Ellington, entre otros, su música traspasó las fronteras y fue interpretada por artistas de otros géneros. Fue un pionero de los conciertos de campanas, e intentó crear uno de locomotoras.
Al “Cuchi” se lo podía encontrar en algunos de los bares alrededor de la tradicional Plaza 9 de Julio, de la capital salteña, siempre filosofando, mascando hojas de coca, comiendo empanadas y creando esas obras que retrataban su tierra.
Falleció en Salta el 27 de septiembre de 2000, dos días antes de cumplir 83 años. De sus cuatro hijos, tres varones y una mujer, dos de ellos siguieron sus pasos y se dedicaron a la música.
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