Los acusados Ramón Rafael Zamora (25), Sebastián Gustavo Yurquina (24), Cristian Eduardo “Pollo” Ibarra (21), Darío Miguel “Lunita” Luna (24), Diego Alejandro “Piru” González (24) y Ramón Ricardo Romero (24), fueron representados por los defensores oficiales Irma Jovanovich, Jorge Boneto y el letrado César Fernández Martínez. La familia del occiso estuvo asesorada por Jorge Segura.
El fiscal Eduardo Barrionuevo había solicitado prisión perpetua para todos. Tras conocerse la sentencia, luego de un cuarto intermedio que se extendió unas cinco horas, los familiares de la víctima lloraron desconsoladamente y se retiraron en silencio.
Los parientes de los absueltos festejaron y abandonaron el recinto sonrientes y con sus brazos en alto.
La víctima, Juan Antonio Moya (60), un policía jubilado, fue encontrado muerto el 17 de febrero de 2008 en su casa de calle Gambolini 1650 de villa Floresta. Lo halló su hija Marcela (29) cuando fue a visitarlo.
El hombre yacía en el piso de su dormitorio con signos de haber sido golpeado. Llevaba por lo menos tres días sin vida. Las pericias determinaron que tenía dos heridas mortales en su cabeza: una producida por un golpe con una garrafa de gas de 10 kilos y la segunda con un hacha, que se llevaron de la escena del crimen.
En la casa faltaban, además, una guitarra y otros elementos personales, como un reloj. Según las investigaciones, Moya fue atacado por varias personas con la intención de robarle una suma de dinero que suponían que tenía, ya que el expolicía había cobrado recientemente su jubilación. Cuando entraron a su casa los delincuentes no hallaron el dinero y por ello lo mataron.
“¿Quién hizo esta aberración con mi padre? Nadie me quitará de la cabeza la imagen del día en el que lo encontré tirado como un perro. Desgraciadamente, no nos vamos con una respuesta satisfactoria”, se lamentó, entre lágrimas, una de las hijas de la víctima.