Marta Campomar donó a Salta su colección privada de arte tribal africano
27/01/2009
Casi todo un día de trabajo llevó a los especialistas del Museo Casa de Arias Rengel desempacar y clasificar las más de 240 piezas que Marta Campomar donó ayer al Museo de Bellas Artes de Salta. Algunas piezas datan del siglo XVIII, otras son del siglo XIX o del XX, “han sobrevivido unos cuantos años todas estas piezas que pertenecen al arte tribal de pueblos de distintas partes del África, algunos subsisten, otros ya han desaparecido”; dice Campomar después de ayudar a desempacar y a colocar en todo el suelo de una sala del museo las máscaras y esculturas que tanto influyeron en las vanguardias del siglo XX.
Nos hemos sentado en el café del museo, ella en ropa cómoda y negra para afrontar el trasiego de las piezas. Pero de pronto su sencillez me sorprende: recuerdo que estoy frente a una de las principales estudiosas de Ortega y Gasset, vicepresidenta de esa Fundación en Argentina. Una mujer que se graduó en la Universidad de Leeds, Inglaterra, en Estudios de Historia y Literatura Comparativa, inglesa y española, completando sus estudios sobre Literatura e Historia Anglo-Irlandesa en la Universidad de Trinity College, Dublín. Y que ejerció la docencia en la Universidad de Leeds, y en Trinity and All Saints College, Horsforth, Yorkshire, Inglaterra…
También obtuvo en 1980 su doctorado (PhD) en historia de España del siglo XIX con una tesis sobre “Don Marcelino Menéndez Pelayo y las polémicas católicas de la Restauración, 1875-1912”. En 1984 la Sociedad Menéndez Pelayo de Santander publicó su libro sobre La Cuestión Política Religiosa de la Restauración. Historia de los Heterodoxos Españoles.
En fin, un currículo tan enorme como su gentileza, que a partir de ahora es parte de la historia de la cultura salteña. Es así que en esta entrevista Campomar muestra su convicción de que la cultura de Salta la hace merecedora de resguardar y mostrar esta colección.
¿La colección la fue armando en su estadía en Europa?,
Sí, de piezas que compré en Inglaterra y España; otras las fui recibiendo de gente amiga. Pero sobre todo la gente que más contacto ha tenido con estas piezas son los etnógrafos o médicos. Gente que van cotidianamente a África y, además, ha visto y ha testimoniado la dispersión de estos pueblos, por el SIDA, por las guerras; o sea, que ya no existe muchas de estas tribus.
¿Y cómo surge la decisión de donar esta colección a Salta?
Porque me parece que Salta debería ser la capital de las artes primarias. Y las artes primarias también están vinculadas al arte contemporáneo, porque hay una proyección entre las dos cosas: Picasso y todas las vanguardias de principio del siglo XX recibieron todas estas piezas de África y se inspiraron para hacer cuadros y esculturas.
¿Cuáles son las principales característica de la colección?
Esta colección tiene mucho de escultura y el conocimiento que tienen todos nuestros pueblos originarios para expresar la vida cotidiana y la vida sacra y la división entre la realidad cotidiana y el más allá.
La colección también contiene 41 obras de Eduardo Márquez que cuando entró a mi casa se enamoró de estas piezas, las llevó a su casa y fue haciendo todo un proyecto basado en estas piezas. Y los cuadros, las serigrafías, los dibujos, todo lo que me tocó a mí de ese proyecto que hice con Eduardo también lo incorporo a Salta, porque me parece que es la forma de que la gente vea que no solo Picasso, sino también un pintor nuestro se ha inspirado y lo que todo este arte contemporáneo le debe a estas artes primarias.
¿Qué significa para usted desprenderse de esta colección?
Lo que pasa que llega a un punto de que tiene que estar de cara a los argentinos, aprovechar de que tenemos esta cultura andina, los pueblos originarios están acá. La idea de traer todo esto acá es para que se hagan comparaciones entre una y otra cultura. Y estoy muy contenta de que ahora estén aquí en Salta.
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